Me han hablado de este trabajo, que voy a leer: “Visible
learning, a synthesis of over 800
meta-analyses relating to achievement”. Es obra de un investigador neozelandés
– John Hattie. Tiene entre otro, además: “Visible learning for teachers,
maximizing the impact on learning”.
Hasta el momento, sólo he podido leer la muestra gratis de
Google –la introducción, el primer capítulo y algo del segundo-, y las
opiniones que Amazon publica como referencia del texto. Una de estas opiniones
se titulaba: “evidence, evidence, evidence”. Me hizo gracia. Pero no leí el
comentario, no sé si era un título sincero o irónico.
En esa muestra que leí, el autor anunciaba que no pretendía
aconsejar a nadie, que no se iban a encontrar en el libro algo así como las
“300 buenas ideas” que otro autor –que no recuerdo-enumeraba en otro trabajo;
que lo que él presentaba era –más o menos- la evidencia, que apostillaba luego
el comentarista, al que antes yo aludía.
No he leído el libro, por tanto no puedo juzgar. Y si
escribo esta entrada, no es por tanto para prejuzgarlo. No se trata de un
prejuicio, sino de un pretexto: como en esa introducción (o primer capítulo) se
reconoce, existe el tópico de que se haga lo que se haga, al final los alumnos
aprenden de cualquier manera. Y aunque el autor parezca no estar de acuerdo con
el tópico, y trate de desmontarlo a lo largo de los 800 metaanálisis, es sobre
este tópico sobre el que ahora reflexiono.
Ciertamente, no puedo sostener que la educación sea igual
ahora que hace 5000 (¿?) años. No puedo sostener que darse de cabezazos contra
un muro repitiendo una letanía sea comparable con estrategias activas de
aprendizaje significativo. En todo caso, aquel aprendizaje servía para
memorizar una verdad revelada eterna, y este otro puede servir para cualquier
cosa. Con lo otro, y algo de este, se llega a Magistrado del Tribunal Supremo.
Con este, y algo de lo otro, no sé a dónde se puede llegar, quizá también a geoestratega…
Indefectiblemente, como en otros tantos asuntos de similar importancia, acabo circunnavegando
a la deriva en un océano de confusión, en un marasmo de ignorancia, en el
“jardín de pin y pong” –la máxima expresión de un discurso inane…
Porque –sin haberlos analizado- ochocientos metaanálisis
sonarían a broma, a delirio: tantos estudios correlacionales se han podido
realizar a lo largo de estos cincuenta (¿?) años para poder someterlos a
ochocientos reanálisis y, por lo menos hasta este momento, seguir igual (o sea,
bajo la premisa efectiva de que cada maestrillo tenga su librillo)… Aunque con
este pobre ordenador, con el que escribo, no ochocientos, mil metaanálisis se
pueden realizar de una sentada, pero siempre y cuando hayas recolectado todos
los datos, y tengas la teoría y el programa oportunos, que no trato de quitar
mérito al investigador citado; en otras palabras la capacidad de procesar la
información es ahora infinitamente mayor que hace esos cincuenta años, que
señalo más o menos como límite de este “nuevo” conocimiento científico sobre
educación.
Ciertamente, yo también me propuse realizar una crítica de
la pedagogía, seguramente partiendo de la misma hipótesis cero (a saber, que la
tecnología educativa no produce diferencias significativas en el rendimiento
instructivo de los alumnos); aunque probablemente con diferente prejuicio –yo
esperando confirmarla, supongo que Hattie la va de hecho refutando en cada uno
de sus metaanálisis. Y aunque podía disponer de ese programa tecnológico
–utilizar el bien diseñado de un profesor de Didáctica de la Universidad de
Salamanca-, no me dieron oportunidad de afrontarlo, ni me atreví yo solo: no
tenía tiempo, ni acceso a todo ese material necesario, ni se me ocurrió diseñar
la teoría que me hubiera permitido abordar la tarea tal vez con otras armas… No
pude establecer dónde, si hay alguno, se sitúa el límite del conocimiento
didáctico, del esfuerzo pedagógico (ese alguno es obviamente anfibológico).
Porque volviendo al tema, no es lo mismo la escuela que la
no escuela, ni es lo mismo una escuela que otra escuela (aunque las diferencias
las marquen realidades extradidácticas –recurro a mi prejuicio: la extracción
social de los alumnos, mayormente-).
Yo analicé el suceder de los sistemas educativos en España,
investigué los grandes ejes en que se debatía la educación de estos últimos
veinte años, y concluí que si la finalidad que pretendía era contribuir a la
formación de sujetos emancipados, el único camino posible era la simple y pura
instrucción… No parece que mi mensaje haya llegado a muchos, y que a esos otros
pocos los haya convencido.
En fin, tengo que leer este trabajo del Dr. Hattie.Y honradamente
espero que pueda aprender y pueda modificar mis comportamientos didácticos;
para que, en definitiva, mis alumnos se puedan aprovechar mejor de lo que yo
les pueda enseñar.