Bienvenida

Publiqué este blog como un ejercicio en un curso de estos de “formación permanente”: las cien horas que hay que hacer para tener sexenios. Nunca me pareció serio. Siempre pensé, además, que el sentido de un blog para comunicarse con ocho alumnos, a los que ves cuatro horas a la semana, es muy discutible… Lo que tenga que decir, o hacer, o exigir, lo puedo hacer mejor y más cómodamente, cara a cara. Aún más, comparto a medias la opinión, que alguna vez oí, de que un blog es una muestra y una obra de egolatría –aunque no fuera mi caso. Y para acabar, no tengo cuenta en ninguna red social –ni facebook, ni twitter, ni tuenti. También prefiero, a los pocos amigos que tenga, tenerlos cara a cara.

Subí al blog lo exigido, los cuatro cachivaches –gadget- que “la casa” provee. Y así ha estado, apenas sin usar todo este tiempo. Aún así, las entradas están etiquetadas: si algún alumno quiere buscar información relevante o material específico para su curso, puede picar la etiqueta correspondiente.

Ahora, y a pesar del pudor que me provoca esta decisión (por aquello de la egolatría), en vez de borrarlo, he pensado en utilizarlo para publicar lo poco que tenga que decir: mis opiniones sobre la educación, sobre lo que me sucede como profesor (educador, como se dice ahora), lo que me sugiere lo que leo sobre educación… Iba a escribir que no creo que estas opiniones importen a nadie…, lo he escrito, y escrito queda; pero tampoco me importa, o mejor: menos me importa eso. El imposible anonimato –el propio vehículo, y las técnicas de búsqueda en él, lo impiden- me da la falsa confianza que preserva el pudor que antes confesaba.

Después de esta declaración de principios, iré pues subiendo esas opiniones. La primera entrada es la propia crítica al rimbombante título de este blog: " ¿Conocimiento y entorno?... ¿Qué entorno?". Luego vendrán más.

martes, 4 de marzo de 2014

De la razón didáctica


Me han hablado de este trabajo, que voy a leer: “Visible learning,  a synthesis of over 800 meta-analyses relating to achievement”. Es obra de un investigador neozelandés – John Hattie. Tiene entre otro, además: “Visible learning for teachers, maximizing the impact on learning”.
Hasta el momento, sólo he podido leer la muestra gratis de Google –la introducción, el primer capítulo y algo del segundo-, y las opiniones que Amazon publica como referencia del texto. Una de estas opiniones se titulaba: “evidence, evidence, evidence”. Me hizo gracia. Pero no leí el comentario, no sé si era un título sincero o irónico.
En esa muestra que leí, el autor anunciaba que no pretendía aconsejar a nadie, que no se iban a encontrar en el libro algo así como las “300 buenas ideas” que otro autor –que no recuerdo-enumeraba en otro trabajo; que lo que él presentaba era –más o menos- la evidencia, que apostillaba luego el comentarista, al que antes yo aludía.
No he leído el libro, por tanto no puedo juzgar. Y si escribo esta entrada, no es por tanto para prejuzgarlo. No se trata de un prejuicio, sino de un pretexto: como en esa introducción (o primer capítulo) se reconoce, existe el tópico de que se haga lo que se haga, al final los alumnos aprenden de cualquier manera. Y aunque el autor parezca no estar de acuerdo con el tópico, y trate de desmontarlo a lo largo de los 800 metaanálisis, es sobre este tópico sobre el que ahora reflexiono.
Ciertamente, no puedo sostener que la educación sea igual ahora que hace 5000 (¿?) años. No puedo sostener que darse de cabezazos contra un muro repitiendo una letanía sea comparable con estrategias activas de aprendizaje significativo. En todo caso, aquel aprendizaje servía para memorizar una verdad revelada eterna, y este otro puede servir para cualquier cosa. Con lo otro, y algo de este, se llega a Magistrado del Tribunal Supremo. Con este, y algo de lo otro, no sé a dónde se puede llegar, quizá también a geoestratega… Indefectiblemente, como en otros tantos asuntos de similar importancia, acabo circunnavegando a la deriva en un océano de confusión, en un marasmo de ignorancia, en el “jardín de pin y pong” –la máxima expresión de un discurso inane…
Porque –sin haberlos analizado- ochocientos metaanálisis sonarían a broma, a delirio: tantos estudios correlacionales se han podido realizar a lo largo de estos cincuenta (¿?) años para poder someterlos a ochocientos reanálisis y, por lo menos hasta este momento, seguir igual (o sea, bajo la premisa efectiva de que cada maestrillo tenga su librillo)… Aunque con este pobre ordenador, con el que escribo, no ochocientos, mil metaanálisis se pueden realizar de una sentada, pero siempre y cuando hayas recolectado todos los datos, y tengas la teoría y el programa oportunos, que no trato de quitar mérito al investigador citado; en otras palabras la capacidad de procesar la información es ahora infinitamente mayor que hace esos cincuenta años, que señalo más o menos como límite de este “nuevo” conocimiento científico sobre educación.
Ciertamente, yo también me propuse realizar una crítica de la pedagogía, seguramente partiendo de la misma hipótesis cero (a saber, que la tecnología educativa no produce diferencias significativas en el rendimiento instructivo de los alumnos); aunque probablemente con diferente prejuicio –yo esperando confirmarla, supongo que Hattie la va de hecho refutando en cada uno de sus metaanálisis. Y aunque podía disponer de ese programa tecnológico –utilizar el bien diseñado de un profesor de Didáctica de la Universidad de Salamanca-, no me dieron oportunidad de afrontarlo, ni me atreví yo solo: no tenía tiempo, ni acceso a todo ese material necesario, ni se me ocurrió diseñar la teoría que me hubiera permitido abordar la tarea tal vez con otras armas… No pude establecer dónde, si hay alguno, se sitúa el límite del conocimiento didáctico, del esfuerzo pedagógico (ese alguno es obviamente anfibológico).
Porque volviendo al tema, no es lo mismo la escuela que la no escuela, ni es lo mismo una escuela que otra escuela (aunque las diferencias las marquen realidades extradidácticas –recurro a mi prejuicio: la extracción social de los alumnos, mayormente-).
Yo analicé el suceder de los sistemas educativos en España, investigué los grandes ejes en que se debatía la educación de estos últimos veinte años, y concluí que si la finalidad que pretendía era contribuir a la formación de sujetos emancipados, el único camino posible era la simple y pura instrucción… No parece que mi mensaje haya llegado a muchos, y que a esos otros pocos los haya convencido.
En fin, tengo que leer este trabajo del Dr. Hattie.Y honradamente espero que pueda aprender y pueda modificar mis comportamientos didácticos; para que, en definitiva, mis alumnos se puedan aprovechar mejor de lo que yo les pueda enseñar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario